Mendoza (12)
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Aguja ubicada en el cajón de los Arenales, antes del primer tapón a la izquierda. Desde el refugio se la ve muy vertical, pero si la observamos cerca del primer tapón veremos que es bastante acostada. Sin embargo se trata de una aguja muy interesante, larga y con buena roca de la mitad hacia arriba. La aguja posee 5 largos inferiores para alcanzar lo que se conoce como bloque empotrado, y que es visible desde el refugio Tupungato. Estos largos que son fáciles (4+), pueden hacerse en ensamble; no es recomendable hacerlos en solitario, porque hay mucha piedra suelta y arena sobre la superficie de roca lo que la convierte en una escalada de cuidado.
Del bloque empotrado hacia arriba, pasamos por una repisa enorme, más bien un campito, donde puede vivaquearse sin problemas, y hasta se encuentra agua en algunas ocasiones. De este punto hacia arriba comienza la dificultad y la verdadera aguja. La roca es muy buena y la escalada discurre por granito de fisuras netas y escalada atlética. Para la vía de los techos, es necesario un camalot 5 si no se quieren problemas al salir del techo. De otra manera con un 4 y mandandosé nomás se pasa por un offwidth bastante complicado y expuesto.
Luego siguen varios largos, y uno de ellos que en la guía figura como 4!, realmente es un cuarto pero de cuidado, porque no hay posibilidad de asegurar y se esta muy expuesto. Hay que dar seguro de cuerpo. Luego de esto se llega a una especie de cumbre, pero en realidad el filo continua, asi que se puede ir a otra y otra y otra.
La aguja es seria, se siente su peso. La escalada es larga, de muchas horas y los rapeles generalmente de noche porque se suman los largos de ensamble inferiores que ahora hay que rapelar. La escalada completa demanda unas 12hs largas, entre salir y volver al campamento.
Del Bloque empotrado hacia abajo es importante prestar atención en los rapeles porque el terreno es muy trabado y suele engancharse la cuerda al retirar.
Recomiendo ir con agua suficiente, sobre todo en verano porque el sol pega fuerte toda la tarde, cada uno con su mochilita, algo de comida, linterna, etc. El largo de abajo del techo es fantástico, un 6b muy bonito que consiste en una escama que se sube parte dulfereando .
EL SENTIDO DEL MISTERIO Y DE LO IMPOSIBLE.
Miguel Kvarta una vez nos dijo que todas las montañas tienen su respuesta esperando en algún lugar. Desde entonces tuvimos la convicción de que cuando salimos vamos en busca de algo más que una cima, de algo más que una dificultad, de que estas contienen una experiencia mas profunda, una riqueza menos evidente y más valiosa. [i]En esta búsqueda somos capaces de abandonar demasiado, cada escalador sabe lo que pone en juego cada vez que se emprende hacia la montaña y cuanto más nítida es la conciencia de esto, más fuerte es el llamado y lo que es capaz de dejar atrás. Con esta convicción y en esta búsqueda salimos de Rosario el viernes 3 de noviembre de 2017 bastante más tarde de lo previsto, a las 21 hs. con destino a Mendoza, al cajón de Arenales, en el corazón de la Cordillera de los Andes. Nuestro objetivo era escalar abriendo una nueva vía en la aguja “Al Horno”, ubicada a unas dos horas del refugio, próxima a la mítica aguja “El Cohete”. La idea había surgido de Alexis que, al impactarse al ver esa aguja con una pared vertical imponente aquella vez cuando bajaba de la cumbre del Cohete, nos incentivo a encararla al poco tiempo. Para esta ambiciosa empresa llevamos el material necesario para equipar la nueva ruta al estilo alpino, incluyendo equipo de escalada artificial para sortear eventualmente las secciones más comprometidas de la ascensión. El miércoles previo Èl se había reunido en el Club Mitre a orillas del Rio Paraná con Miguel Kvarta, Lisandro Crocco, y Glaucco Muratti, a quienes en la penumbra del atardecer ribereño les comento los proyectos con detalle y mostro unas imágenes que teníamos de las paredes de la aguja; en algunas habíamos trazado provisoriamente una línea de la ruta que queríamos abrir. Estos estuvieron muy animados tras escrutar la vía e hicieron un sin número de recomendaciones a tener en cuenta en la apertura.
Esta reunión ocurrió espontáneamente. Una de las cosas más valiosas que un ser humano puede compartir con otro es su experiencia[ii], la historia de sus pesares, sus éxitos, errores, de sus heridas y las profundas cicatrices que dejan algunas, de sus amores y odios, sus amantes y enemigos, de las bajezas y grandezas de que fueron capaces, en fin la historia de cómo se las han visto con la vida que vivieron. Estas experiencias, y las transformaciones que producen son los verdaderos tesoros, los trofeos que hay que buscar y compartir.
Para la madrugada nos encontrábamos en Huentota en el Oasis de Uco[iii] al pie de la Cordillera, en tierras del Dios Hunuc Huar, primer escalador de la región de cuyo.[iv] Nos aprovisionamos en Tunuyan y pronto atravesamos el Manzano histórico, un pequeño poblado en cuyas tierras pardas y secas ahora cubiertas por extensas plantaciones de vides[v]alguna vez San Martín y su Ejercito asentara campamento tras cruzar la cordillera de regreso de la campaña libertadora, y dejándolo atrás nos internamos por un paso fronterizo de ripio en dirección al puesto de gendarmería Portinari que franquea la frontera con Chile. Allí preparamos las mochilas para comenzar la caminata hasta el refugio. Transitamos rápidamente por uno de los senderos que se abrían entre una vegetación rastrera, y espinosa. Otra vez el perfume a Jazmín, la sensación de la abundante vegetación espinosa rozando la ropa, el trasfondo de las agujas del cordón montañoso, el sonido torrentoso y gutural del arroyo que serpenteante nos acompaño todo el trayecto. Estábamos en el Cajon de los Arenales. A pesar que sentíamos que teníamos todo el tiempo del mundo para nosotros estábamos deseosos de ir a reconocer la aguja, era el entusiasmo y no el tiempo el que nos apremiaba. Por esto nos acomodamos en el refugio, disfrutamos del lugar con unos mates, hicimos el ritual de los caseros del refugio, y partimos con el equipo de escalada en dirección a la aguja “Al Horno”.
La intención era echar un vistazo panorámico a la vía y dejar el equipo a pié de vía para el día siguiente portear los elementos restantes para poder vivaquear en el cohete, en el balcón que se forma en su quinto largo, donde unos bloques de piedra forman un reparo natural a los vientos y la lluvia, y desde donde aproximaríamos la aguja para escalarla.
Pronto nuestra aguja comenzó a mostrarse por detrás de la tapia del Aureliano, y pudimos ver sus paredes más altas, lisas, rojizas y fracturadas, su cumbre rectangular, las primeras figuras antropomórficas, un rostro indigena, una corona, un bonete, un puño, iban tomando forma y vida frente a nosotros. Estábamos de frente al grupo de agujas conformadas por el cohete, la aguja Aureliano, la aguja El Fraile y al fondo como custodiada por estas la Aguja al horno, ahí nos detuvimos unos momentos y comenzamos a imaginar las líneas de las paredes superiores. Éramos optimistas, nos parecía que la sección inmediata a los techos, y la de los techos, que era la que más incertidumbre nos generaba tal vez podría equiparse, la roca parecía ser de buena calidad, y pese a que en esa sección la pared se veía lisa y algo desplomada, con pocas grietas para proteger, dejaban ver algunas irregularidades que quizás nos permitirían afrontar la ascensión en su parte más dura, teníamos pocos micro Friends y eso era un problema, dos eran nuevos y otros dos los habíamos comprado usados a Sven, un escalador canadiense que los había descartado de su equipo personal, si las fisuras eran muy finas íbamos a tener que tomar decisiones difíciles sobre todo porque no conocíamos las secciones, ni el material necesario para equiparlas, si usábamos los fierros más pequeños sin saber que había más adelante no era posible protegerse hasta que la fisura se ensanchara, esta situación te lleva a economizar fierros chicos y a exponerte más para proteger eventualmente los pasos más difíciles que pudieran venir que no estás seguro de donde están porque en partes la pared no se muestra hasta que estas ya sobre ella, ocurre con esto que las paredes siempre te pueden sorprender y lo que parece una sección fácil que no proteges para economizar se puede complicar y ponerte al límite sin suficiente protección. Los rapeles eran otra cosa, si bien sabíamos por dónde íbamos a subir, y estimábamos poder equipar las paredes, la aguja era poco escalada, la línea que habíamos trazado aérea, y no sabíamos con certeza por donde íbamos a terminar bajando. El problema con las vías aéreas es que se hace difícil encontrar pichotes o formaciones para montar descuelgues naturales, y si estos van a ser lo suficiente fuertes para soportar el sistema. Por esto cuando vas subiendo ya vas mirando formaciones por donde podrías montar futuros los rapeles, pero para esto hay que poder encontrarlas de vuelta, y que estén unos de otros a una distancia de cuerda suficiente para conectar el descenso. De noche cuando se hacen muchas veces los descensos, esto no es tarea simple. Llevamos clavos para montar descuelgues en el caso de no poder hacer un seguro intermedio o para los rapeles, pero esto también requería que la piedra y la fisura fuera lo suficientemente buena para armar el descuelgue.
La aguja se veía lejana, bellísima con sus enigmáticas paredes bañadas por la luz del sol. El primer encuentro con una aguja no siempre es igual, en muchas ocasiones es intimidante, sentís un vacío enorme, una ansiedad abrazadora, sentís que estas frente a un desafío y no sabes nada más, solo que tenes que seguir, que empujar, y que esa situación es embriagante, porque sentís esas dos fuerzas en tu interior. Si algo nos iguala es lo que no conocemos, lo que sabemos es apenas un apéndice y con este trozo apendicular abordamos valientemente el mundo, son las experiencias que hemos vivido, y las que han vivido otros y tuvieron la generosidad de compartirla con nosotros. Lo incierto, lo inesperado por más que nos pese, forma parte del mundo, de la vida, de nosotros mismos, y es inevitable que ocurra, que nos encontremos de cara a ello, por eso cuando se presente no debemos afligirnos, no debemos rechazarlo, no huiremos, la mayoría de las veces las cosas no serán lo que pensamos o esperabamos que sean, hay que seguir, basta con recordar eso en los peores momentos, lo demás no importa. A veces nos irá bien, otras pensaremos que nos ha ido mal, nos sentiremos decepcionados, cansados, irritados y no entenderemos el sufrimiento por el que estamos pasando, nos haremos la pregunta ¿para qué hago esto?, ¿qué estoy haciendo acá? Es una pregunta que no tiene respuesta, te la haces como quien arroja una piedra al vacío, y seguís.[i] Son situaciones por las que no hubiéramos pasado si nos hubiéramos quedado en nuestro mundo sin fisuras, sin intimidantes paredes, sin cimas, a preguntas que no nos hacemos cuando estamos distraídos. Saldremos de aguas lagunares y navegaremos por inquietantes océanos, conoceremos la bruma de la noche, nos desvelaran monstruos marinos que creíamos que no existían, los sórdidos silencios nos llenaran de terror y desolación las noches más acíagas, nos deslumbraremos con el hechizo de sirenas cuyo canto desconocíamos, amaremos al sol en las ocasiones que salga, y pronto extrañaremos la oscuridad en los días demasiado intensos. La mayoría de las veces no tendremos respuesta alguna y eso no nos desalentará, solo nos diremos – Hay que seguir¡¡. No debemos preocuparnos, ni impacientarnos, ya entenderemos que el conocimiento es solo un instrumento, ese es su sentido, con el tiempo la herramienta irá perfeccionándose, recobrara su valor instrumental, y entonces dejaremos de querer tener respuestas, al contrario querremos no tenerlas, dejaremos de pavonearnos con el saber, y recobrará su valor instrumental. Ya no nos importarán las palabras lindas, sino que la herramienta esté preparada para cumplir su destino. Las certezas y seguridades del mundo nos parecerán ridículas, ya no buscaremos repetir el mismo argumento, la misma vía, impresionar con lo que sabemos, ni sentirnos sabios o experimentados, pues sabemos que en la experiencia el saber nos ha dado el repertorio necesario para enfrentar nuevos desafíos, sabemos que portamos una herramienta que solo tiene sentido si existe lo desconocido. Y cuando la pongamos en acción será para honrar su valor instrumental, y por esto nos alegraremos cuando se presente.
Continuamos caminando, avistando animados algunas liebres que transitaban con agilidad por las piedras por las que nosotros nos movíamos toscamente. Buscábamos los senderos más firmes eludiendo los pedregullos y las zonas con más vegetación que fue desapareciendo a medida que ascendimos. Dejamos el equipo en una cueva de piedra cercana y fuimos a hacer una primera exploración del lugar. La cuestión era si nos convenía para aproximar la aguja al horno hacer los primeros cinco largos del cohete y desde allí travesear hasta el pie de vía de la aguja o rodear caminando la aguja Aureliano hasta la aguja Al Horno. Había una quebrada que atravesaba la aguja Aureliano y el Fraile para luego bajando por un pasaje que conducia al pie de la aguja Al Horno. Fuimos a recorrer el rodeo para ver cómo era el trayecto y de paso darle un vistazo a la aguja El Fraile, en cuyas paredes amarrillas hay una vía que nos interesaba. Decidimos cortar camino desde donde estábamos trepando en lugar de rodear una elevación de piedra de unos veinte metros que tras sortearla nos dejaría en la senda de la aguja Aureliano. La roca estaba en mal estado y se desgranaba, había mucha arenilla suelta por toda la superficie y las rugosidades de las paredes eran poco sólidas y se soltaban. La escalada era sencilla, pero la condición de la piedra y el hecho de ir sin seguros generaron pronto un clima de tensión. A poco subir nos encontramos a 15 metros de altura sorteando una travesía aerea para poder llegar a la parte más alta del promontorio. Las presas se soltaban y los pies estaban llenos de arena. Maldecimos no haber rodeado el promontorio. Cuando miramos hacia atrás nos dimos cuenta que desescalar en esas condiciones era aún más riesgoso que seguir hacia la parte más alta, por lo que lo descartamos. Nos confiamos en la facilidad del grado, y nos expusimos innecesariamente a una mortal caída. Fue clave en esos momentos tener plena concentración, cargar los piés en cada paso para evitar que resbalen por la arena, y descargar las tomas para prevenir su desprendimiento. Una vez arriba buscamos un destrepe para bajar hasta la senda hacia la aguja Aureliano, tardamos un poco en encontrarlo por que desde arriba parecía estar descontinuada la bajada, la situación se torno tensa de nuevo, nos aproximamos hacia diferentes extremos de donde estábamos y la bajada estaba precipitada, al final encontramos un tramo que podía bajarse con cuidado. Ya abajo nos prometimos no volver a confiarnos.
Continuamos explorando, a pesar del trance estábamos animados, y ya relajados bromeamos sobre lo ocurrido. Continuamos e hicimos la aproximación a la aguja El Monje con total facilidad. Allí pudimos comprobar que era posible el acceso desde ahí hasta la aguja Al Horno a travez de una cañada bastante inclinada que bajaba justo frente al vivac de la Aguja el Cohete. Al día siguiente definiríamos que hacer, las dos opciones eran buenas.
Regresamos atardeciendo, bajamos totalmente livianos, por que habíamos dejado todo el equipo al pie de la vía, y en algún punto me pareció que habíamos dejado el cuerpo por que volvimos volando, y me parecía que no tenía peso sobre mis piernas, era una sensación liberadora. Solo nos trajimos una botella de agua, que casi no utilizamos. Volvimos paseando, contemplando las silueta del cordon montañoso y una enorme luna que lo coronaba. Alexis estaba tremendamente motivado, lleno de entusiasmo, me hablaba de la vía de lo importante que era poder completarla, dejar un camino para los que vienen, se notaba que entendía que lo que estaba haciendo era importante, una oportunidad para transmitir su forma de sentir el montañismo, ese espíritu y comprensión que había sabido transmitirme a mi y que yo todavía no comprendía completamente porque es más experiencial que racional.
Pronto llegamos al refugio, ya no estaba deshabitado, en el lugar había cinco personas más que se acercaron pronto a nosotros cuando vieron que prendimos un fuego fuera del refugio y nos disponíamos a asar una carne que habíamos traído. Nos sentimos agradecidos que hubieran escaladores con quien compartir el vino, e intercambiar ideas y experiencias.
Creo que uno quiere lo que conoce, y conoce compartiendo, por esto son tan importantes los momentos, darse siempre la oportunidad de conocer, de compartir, de querer. Un poco de vino y un fuego fue suficiente para iniciar este ciclo de la vida tan hermoso, tan fructífero. En este ambiente de pura simplicidad y humildad conocimos a Emanuel, a Lito, Maxi, y Lucas, personas verdaderamente extraordinarias. Lito y Maxi son dos jóvenes escaladores de Neuquén, se conocieron en una palestra dos años atrás cuando comenzaron a escalar, la vida los reunió para fortuna de ambos. Maxi entonces tenía en claro lo que quería para sí, Lito en cambio estaba con las contradicciones de quien está entre dos mundos, el del hombre que quiere asentarse, y del que quiere echar a andar. Fue cuando Maxi le propuso dejar todo e irse un año a escalar por todo el país. –Justo cuando había conseguido un buen trabajo – dijo Lito contándonos la historia. – En una oficina, cerca de mi casa.- Renunciaron a sus trabajos y con el dinero que tenían ahorrado hace seis meses que están escalando. Sus experiencias son tan ricas, y se actualizan a una velocidad que creo que en diez años de mi vida no podría acumular lo que ellos han vivido en cuatro meses. Lito nos confesó que no fue fácil para el tomar la decisión, y que algunas veces se sintió cansado, y rondo por su cabeza la idea de volver. Que había sentido el peso y el remordimiento de no estar construyéndose un futuro, en vez de estar vagando por ahí, que muchas veces había sentido miedo de estarse equivocando con la vida que llevaba, con las decisiones que había tomado, pero que de todos modos había tenido el coraje del tomarlas. –Yo no quería estar toda mi vida preguntándome que hubiera pasado, y por eso tome las decisiones que tome y ahora estoy acá.
Pronto el fogón empezó a perder fuerza, su luz se hizo tenue y quedamos casi en la completa oscuridad, las historias también se fueron apagando, y la noche se llenó de silencio, de ese silencio de quienes están en la intimidad, era hora de ir a descansar. Di un ultimo vistazo al lugar, al fogón, a las caras en penumbra cansadas tras un día vivido, al cordón montañoso, a la luna que nos alumbraba tras un leve manto de nubes que la opacaban, le di un último sorbo al vaso de vino, y me fui a dormir.
Por la mañana temprano sentí que el viento soplaba afuera, nos levantamos y fuimos a ver como estaba el día, no se veía nada bien, a lo lejos rodeando el cordón montañoso una cantidad de nubes amenazaban con bajar en cualquier momento. Todavía había sombra sobre el sector que teníamos que aproximar. Las paredes debían de estar frías. Alexis había estado pendiente del pronostico desde antes de salir. La noche anterior había estado controlando los datos de que disponía para ver si se cumplían, y me comentó que incluso las ráfagas que tenía indicadas en las zonas horarias del gráfico habían ocurrido, por lo que estaba confiado con como venían desarrollándose los acontecimientos climáticos. Nos esperaban dos días de mal tiempo, con nubes, viento y escasa llovizna por la noche. Decidimos hacer la aproximación de todos modos, los primeros cinco largos de la Aguja el Cohete no tenían gran dificultad, aprovechar los días malos para hacer la aproximación, explorar las paredes de la aguja y estar al pie de vía para cuando pasara el mal clima.
Cargamos las mochilas con las bolsas de dormir, comida, agua, el calentador, una hoya, un vaso, y algunos caramelos, y salimos rumbo a la aguja, las nubes cubrían y descubrían los picos del Cordón. A medida que fuimos subiendo el frío y el viento se hicieron intensos. Y nos hicieron sentir su rigor. Por mi parte estaba cursando una faringitis, y tomando medicación antifebril. Este no era el mejor contexto para una convalecencia, y me costaba seguir el ritmo vertiginoso con que subía Alexis. Él no sabía de mi enfermedad, y por momentos me miraba no se bien si compadeciéndose o haciéndome sentir que estaba retrasando la cordada.
- Vamos Carlitos - me decía – tenemos que estar en la pared cuando empiece a dar el sol. Hay que llegar al vivac antes que bajen las nubes.
Sentí veneración por mi cuerpo que pese a todas las contingencias me permitía transitar por esos lugares. Sentí estábamos protegidos por nuestro coraje, un inmenso valor que nos empujaba a meternos en medio de esos nubarrones tenebrosos, entre esos impresionantes picos montañosos, nos dirigíamos a pasar la noche en un vivac en alta montaña, en el corazón de la cordillera de los andes, y no nos iba a inhibir el viento, el frío, las nubes, ni mi estado febril. En lo personal estaba decidido a no ser un cobarde, no podía volver a darme el lujo de vilipendiar mi dignidad como lo había hecho en enero. Había aprendido con dolor la importante distinción entre lo que hacemos y lo que podríamos haber hecho pero nos quedamos mirando, dejando que las cosas pasen.
A mitad de camino paramos a descansar, yo descargue la mochila de mi espalda y me recosté sobre una enorme piedra. Alexis se puso junto a mi, ahora estaba seguro que estaba compadecido de mi deplorable estado aeróbico.
-Creo que tengo varios nombres para la vía que vamos a abrir – Me dijo.
- El nombre es importante – le contesté. Sabiendo que para él todo, absolutamente todo lo atinente a la apertura, era relevante.
- Uno es “la zamba del estribo”. – Me comentó haciendo referencia a que probablemenete utilizaríamos equipo de escalada artificial. – Ya me imagino en el largo de los techos, en la parte más dura, bailando con los estribos puestos. – comentó riendo.
-La zamba es una canción de amor – le conteste sorprendido.
- Si, si, es que me veo asediando esas paredes, como en una zamba, y ellas rehuyendo a mi asedio. – Yo bailaba algo de esto cuando era chico, y ahora cuando me imagino escalando estas paredes, siento algo parecido, el cuerpo y la respiración en profunda armonía con el contexto, sintiendo cada momento. – Me dijo
-Que lindas las morochas, tienen un fuego - contesté y me pareció que no era extraño un género originado en el amor que despertaban las zambas, las candentes morochas norteñas.
– No me parece mal nombre – concluí conforme con el nombre y con que exista la zamba.
-Hay otro nombre que me gusta – continuó – “la linea de la esperanza”.
-Me gusta mucho ese nombre – contesté – somos escaladores.
- Si es eso, siento que estamos continuando una tradición, y esta es la forma de hacerlo. Y ojala otros continúen.
- ¿Qué es “La Línea de la Esperanza”? – Le pregunte.
- Es un camino a seguir. Es una via que busca ir mas alla de las posibilidades, de explorar y de introducirse en el mundo de lo desconocido, imagínate Carlos como debe ser ascender una pared sin saber que podes encontrar allí, nisiquiera ver en donde estas, y pelear las mas grandes batallas con uno mismo, con los temores que cargamos, los sentimientos encontrados, como una oportunidad para la liberación, una oportunidad para revivir el espíritu romántico que conservan las montañas, el estilo alpino mas puro y primitivo de la escalada. Esto puede ser el inicio de algo bueno, de un rumbo perdido, de buscar entender los misterios que esconden las paredes, el susurro de los vientos que intentan decirte algo, como dándote la bienvenida a algo nuevo, o tal vez intimidándote para que te bajes. Esto le va a hacer bien al GRAM. Ojala sea algo bueno. Esto también le hara bien a los mas grandes, a los que hicieron posible nuestro crecimiento, a aquellos que nos han enseñado mucho de montañas, esto es también una manera de agradecerles.
- Sigámoslo juntos – le dije honrado. Ahora yo también sentía que era importante lo que estábamos haciendo.
Continuamos caminando, y pronto estuvimos al pie de la vía, recuperamos el equipo que habíamos dejado el día anterior, y dispusimos todo para comenzar a escalar. La primera sección la hicimos sin seguros, bastaba con ir cuidadosamente. Luego el ascenso se puso vertical, y tuvimos que encordarnos, y comenzar a equipar.
Así, la escalada fue lenta y sufrida, incomoda, sobre todo para el que iba de segundo que debía cargar con la mayor parte del lastre que traíamos.
En el tercer largo comenzó a nevar, todo se llenó de esos pequeñísimos copitos de agua nieve, había mucho viento, con ráfagas que te sacudían y el frío era lesivo. En la primera sección del tercer largo nos topamos con una fisura ancha en la que cabía apenas el cuerpo, pero no era posible subirla con la mochila puesta. Intente hacerlo pero no me fue posible. Así que decidimos izarlas posteriormente con poleas. Subí unos treinta metros, monte una reunión, Alexis escaló hasta un punto intermedio, y desde allí izamos entre los dos las mochilas. El izado era muy engorroso por que la vía no era totalmente vertical, y las mochilas rozaban la piedra, generando una resistencia al izado. Luego de bastante esfuerzo completamos la tarea. Ocurrió que en el izado la fricción daño en partes las mochilas, y un bidón de agua que llevábamos dentro de una. Yo no me había percatado de este daño del bidón.
Continuamos el cuarto largo, esta vez Alexis fue de primero. No se escuchaba nada por el viento, y apenas se alejó tuve que improvisar que es lo que quería, estaba haciendo, u ocurriendo. A esto se sumaba que por mi estado, estaba disfónico, casi sin vos. Pasados los 25, 30 metros de cuerda perdí todo contacto visual y auditivo con mi compañero, él no sabía a ciencia cierta cuanta cuerda le quedaba, y de terminarse tampoco tendría forma de saber si la cuerda está trabada o se terminó. Pronto note que Alexis tardaba en seguir subiendo, y supuse que debía estar montando la reunión, luego la cuerda comenzó a correr rápidamente y supuse que podía estar recuperando. Por precaución no desmonte el seguro de mi compañero, sino hasta que note que recogió completamente la cuerda, luego note que hizo algunos tirones fuertes más, y ceso la tensión. O estaba recuperando cuerda o siguió hasta quedarse sin cuerda. Esperé unos momentos suponiendo que en cualquier caso estaba montando el seguro, y luego me dispuse a subir. Liberé el seguro de mi compañero. Este momento es crítico, porque si te equivocas estas dejando libre a tu compañero. Tampoco estas seguro si tu compañero montó el seguro y está esperando que subas. Comencé a subir esperando que Alexis notara mi ascenso y recuperara la cuerda, pronto note que recuperaban mi cuerda, lo que confirmaba que estaba la reunión montada y estaba asegurado. Eso me tranquilizó, y me permitió notar otras cosas; a pesar de las condiciones climáticas el ambiente era maravilloso, estábamos a gran altura en completa verticalidad montados sobre esas paredes que hace un día atrás se veían lejanas e intimidantes, podía sentir la fuerza del viento helado, su lenguaje sonoro, las nubes por todas partes en movimientos aparentemente aleatorios, el sol opaco por un ambiente nebuloso, de ensueño, tenía una visión totalmente panorámica del inmenso valle, pequeños copos de agua nieve caían profusamente tiñiendo todo de blanco, pero las paredes permanecían secas porque el frío impedía que se derritieran.
Pronto note que había secciones de la cuerda congelada, pero no entendí porque hasta que note que se me estaban congelando las nalgas. Entonces me di cuenta que mi arnes, mi pantalón, y el respaldar de mi mochila estaban mojándose, el bidón estaba perdiendo agua. Lo acomode como pude para que quede bien derecho, no estaba en condiciones de sacarme la mochila y pensé que era la tapa, subí rápidamente, lo más deprisa que pude. Me preocupaba que estuviera mojada la bolsa de dormir.
Cuando llegue a la reunión Alexis me dijo que faltaron diez metros para llegar al Vivac, y me señalo donde estaba. Se había quedado sin cuerda. Yo rápidamente me saque la mochila y pude notar que el bidón estaba pinchado en su parte superior. Lo acomode para que no pierda más. La bolsa de dormir se había mojado apenas, pero el agua se había congelado formando una capa de hielo, lo mismo había ocurrido en el trayecto de subida, con el arnes, la mochila, mi pantalón, y mis nalgas que me quemaban del frio. Solo entonces caí en la cuenta que estaba exhausto, congelado, con la garganta inflamada, los pies y las manos engarrotadas por el frío.
Alexis estaba igual que yo, temblando de frío, ya se había quitado las pedulas. Me recibió festejando que habíamos llegado pese a todo.
- Mirá donde estamos Carlitos. – me dijo Alexis señalando el valle - Ahora vas a ver lo que es ese lugar. Nos tomamos un cafe y quedamos como nuevos.
Sonreí y asentí con la cabeza. Nos dimos un apretón de manos. Y le presioné el hombro.
- Gracias - contesté sintiendo la garganta que me volaba, los ojos y la nariz congestionados.
Me llevó hasta el extremo opuesto del vivac y señalando la aguja que estaba en frente me dijo.
-Carlos te presento Al cohete - y me señalo las paredes que integraban los largos mas lindos de la vía. Sus tramos finales. La fisura era esplendida.
-Allá – continuó – la aguja al Horno.
Yo en lo único que podía pensar era en sacarme el arnes, lo tenía pegado, congelado, y me estaba quemando. Así que pospuse la presentación.
-Dejame que me saque el arnés, me acomodo un poco, y seguimos – le dije interrumpiendo su romanticismo.
Frente a lo que se avecinaba, y los rigores que enfrentamos tiempo atrás me habría hecho la gran pregunta, ¿Para que hago esto?, pero esta vez no me la había hecho en ningún momento. Tampoco Alexis, a quien se lo veía integro, y muy animado, y pese al panorama desolador que se presentaba se lo notaba muy resistente al sufrimiento.
-Espero que no llueva - me dijo revisando el vivac.
-Si llueve puede haber problemas – le contesté yo.
La temperatura por la noche era de menos tres y menos siete grados. Sabíamos que por la noche en ese completo aislamiento, en un balcón precipitado en el corazón de la cordillera, si llovía más de la cuenta nos podíamos encontrar mojados a menos tres grados bajo cero, con ráfagas de sesenta kilómetros. No hacía falta decir nada. La situación era clara.
El vivac consistía en dos formaciones de piedras enfrentadas de unos tres metros de largo por metro y medio de ancho que reparaba del viento. Enclavado en esa enorme pared que veníamos subiendo formaba una repisa rodeada por precipicios. Estábamos en una especie de balcón rodeados por tremendas paredes hacia todos lados. Habíamos ordenado el vivac, acomodado todas las cosas. Las cuerdas dobles las dispusimos en el suelo debajo de los aislantes para que acolchonen y aíslen más del frio. El equipo estaba en una punta del vivac, y las mochilas en la otra punta reforzando el reparo por uno de los dos lados donde no había paredes.
-Metámonos en la bolsa – le dije a Alexis- Si esta noche nos vamos a morir de frio, quiero estar un rato calentito. -
Alexis asintió, y nos metimos en las bolsas, uno a la par del otro bien pegados, para calentar los cuerpos, y en esa intimidad, sabiendo que compartíamos la suerte, nos quedamos charlando mientras picábamos un salame y un poco de queso que habíamos traído.
-Mañana vamos a poder explorar las paredes, con suerte vamos a poder llegar hasta la parte de los techos. –
-Tenemos que arrancar temprano. – le dije.
-Si, si el tema es llegar a la parte de los techos, ahí me parece que esta la papa. Te imaginas cuando estemos ahí arriba, y se escuche el sonido del martillo golpeando. ping, ping, ping. – me dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
Yo lo escuchaba hablar, y sentí respeto. Su moral estaba intacta pese a todo el desgaste físico que veníamos sufriendo. Su motivación me causaba admiración. El cielo se nos caía encima, y él tenía el entusiasmo de una criatura esperando el día siguiente para ir a conocer el mar.
A medida que fue oscureciendo la montaña fue tomando un tinte siniestro. Sentí la muerte rondarnos, para mi sorpresa no tenía un rostro trágico, pude verla bellísima en el tañido cielo rojizo de aquel atardecer, en la quietud glacial que nos envolvía albergando frágilmente tanta potencia, en el sol haciéndose inmenso y pleno justo antes de irse. Yo también me sentía pleno e inmenso en aquel lugar. Pude sentir el desafío en que consiste la vida. Estamos viviendo y muriendo en cada respiro y por eso el miedo a la muerte es también el miedo a la vida, cuando decidimos no morir, decidimos no vivir. No vemos, no sentimos estas cosas porque estamos distraídos, entretenidos, y por eso nos asusta la muerte – Aléjate, es peligroso- - No lo hagas te puedes lastimar- nos dice el miedo a la muerte. Y entonces esta se ve terrible, e incomprensible. Me alegré de formar parte de esa danza vital, que tiñe los cielos, aletarga la tierra, y apaga las almas.
Decidí dormir, estaba exhausto.
Al otro dia, la mañana amanecio fria, nos costaba entrar en calor para tomar el coraje para comernzar una jornada que iba a quedar en la memoria. Era el dia de la apertura de esas lineas vertiginosas que nos seducian desde el principio. Enseguida y sin salir de las bolsas de dormir que tanto habiamos valorado esa noche helada, preparamos un desayuno expres mientras ordenabamos el equipo de escalada. Apenas los primeros rayitos de sol tocaban las paredes y nosotros cual lagartijas buscabamos intersectarlos tratando de captar un poco de calor. Tomamos el café, nos reimos un poco de las vivencias del dia anterior, y emprendimos rumbo a esos primeros largos de incertumbre plena. Ya estabamos en el baile.
Carlitos comenzo con la escalada por un diedro tumbado y apenas desplomado haciendo unos movimientos atleticos hasta superar el paso de dificil, salida con una linea continua hasta un pequeño resalte en el que cabiamos apenas los dos en un escalon de un pie de ancho donde se podia armar un anclaje movil. La ruta continua firme por un gran diedro caracteristico de la cara frontar de la aguja, muy evidente y obvio, el cual se podia proteger muy bien hasta llegar al primer techito de la via. En este punto accedimos a armar un punto de anclaje. Era el inicio del Cuarto Largo de la via. He aquí la dificultad que veniamos a enfrentar y la que nos generaba tanta incertidumbre de como conectar los techos, en las fotos es imposible visualizar una grieta tan fina en la pared pero una ilusion deambulaba sobre nosotros al plantear tremenda empresa en esas tardes de escalada en Rosario. Ahora nos enfrentabamos a la realidad, estabamos en el lugar de la pared que queriamos estar, pero por desgracia las condiciones climaticas comenzaban a empeorar, el viento se sentia siniestro, entraban nubes negras desde el Oeste que parecian amenazantes, era muy evidente que una repentina lluvia se nos avecinaba. Por orden de los Dioses de la naturaleza dimos inicio al reordenamiento del equipo, preparamos los clavos especificos que ibamos a dejar instalados, tomamos el martillo que me habian prestado, apaleado, que guardaba toda una vida y una historia en las montañas, con Carlos no preguntabamos cuantos clavos ha fijado este pedazo de madera y metal, en su cabeza contenia grabado el logo de la UIAA, una vez mas el espiritu de Glauco Muratti estaba con nosotros en esa aventura al darle vida a este artefacto. Armamos los anclajes, emprendimos el regreso hacia el refugio para descansar por la batalla vivida, tomarnos unos mates y seguimos aprendiendo de las historias de nuestros concuvinos del hogar.
El tiempo no nos acompañaba, luego de esperar varios dias en el refugio el clima cada vez empeoraba mas en el valle asi que con Carlos tomamos la decision de irnos por otras escaladas en Mendoza dejando pendiente la continuidad de la via.
Luego de estar semana y media de haber escalado por mendoza, y ya instalados en Rosario, en la sedentaria rutina de todos los dias, no podia dejar de pensar en lo que habiamos hecho, la linea que estabamos abriendo, era algo importante para nosotros, asi que retomamos el desafio nuevamente. Ahora bien, Carlitos por cuestiones de familia no podia volver a irse de viaje, entonces no me quedo otro remedio que buscar algun compañero que quiera vivir la experiencia de lo desconocido. La busqueda estaba complicada, todos en definitiva tenian algun condicionante con el tiempo. Luego de tanta busqueda, Mauro se ofrecio a acompañarme. No dudamos ni un segundo, el momento era el proximo fin de semana que venia. Viaje expres de 3 dias para terminar de conectar el largo que faltaba hacia el segundo techo.
Llegamos al Cajon de los Arenales nuevamente, y con Mauro nos dispusimos a sentarnos a tomar unos mates y contemplar la tranquilidad del lugar y la vista. Como siempre digo, estar en ese valle es magico, te hallas rodeado de agujas esbeltas con sus lineas que conducen a las cumbres, escalada clasica por donde mires, es un lugar que te transmite pasion, te trae una avalancha de recuerdos, de compañeros, de cordadas con las experiencias vividas y sentidas, genera tal camaraderia y hermandad entre los escaladares que conviven y comparten las noches de fogones y anecdotas, las risas, las historias de vida, las alegrias y los dolores, las emociones. Tambien las nubes con sus danzas en los cielos, las estrellas fugaces por la noche, cada tanto algun zorrino acechando el descuido de algun trozo de pan, como tambien los tonos anaranjados reflejados en las montañas y los brillantes glaciares del cordon Portillo, gentilezas del sol cuando la bruma se abre paso. Son rasgos distintivos del valle. Con el espiritu lleno de ese fuego sagrado que hace olvidar los peligros rumbeamos hacia la pared en cuestion.
Luego de unas horas de trepe nos situamos otra vez aquí, en esta reunion aerea de clavos que habiamos montado cuando estaba con Carlitos. Claramente yo estaba muy decidido a bailar con las mas deseadas fisuras que me generaban mucha incertidumbre y tambien un poco de miedo. Pero aun no arrancaria hasta que nos calentaramos un poco las manos, estuvimos ascendiendo en plena sombra con roca helada, ya a las 9.30am colgados de esa reunion, pero sonrientes. Con Mauro nos reiamos de cosas sin sentido y nos preguntabamos quien nos mando a meternos aqui y ahora, podriamos estar disfrutando de un dia de sol en la playa, pero los sentimientos te llevan a lugares inesperados, donde uno quiere estar, y nosotros estabamos ahí, donde queriamos estar, porque de esto se trata hacer montañas. Prepare el equipo en el portamaterial de mi arnés y me lance a la guerra. La via continuaba evadiendo por la derecha de un techo muy obvio que se ve desde el arroyo y comenzaba una linea fina de fisura de dedos que requeria algunos microfriends para poder asegurarse y seguir hasta un diedro perfecto y escondido yendo hacia la izquierda, aquí la mas codiciada tecnica de Dulfer se hacia presente, con un balcon premium impresionante con vista hacia el vacio, combinacion perfecta de exposicion, dificultad, incertidumbre, miedo. Las balas de panico estaban en el arnés, cada uno ordenado según su medida, listos para ser usados como pistolero mexicano en el lejano oeste. Esto se situa arriba del techo que acababamos de pasar y que conectaba con un segundo techo gigante en el cual se pasa por debajo hacia la izquierda y enseguida el relevo. Largo de maxima dificultad, con mucha exposicion, muy vertical y ambos relevos aereos. El rosamiento de las cuerdas dobles sobre el canto filoso del diedro escondido nos obligo a realizar una reunion intermedia al pie del segundo techo, este era tan grande que nos podiamos quedar a resistir una tormenta fuerte de granizo que no nos tocaba una piedra.
Una vez ya debajo del segundo techo, procedo a armar el anclaje. Un microfriend numero #1 modelo X4 de Black Diamond, un stopper, y un clavo knifeblade #4 que coloque de backup, sumado a esto, en un diedro, con un techo encima, lugar para uno, cien por cien dependiendo del sistema, nada podía fallar en ese momento de tanta exposición, por eso decidi sentarme a charlar sobre la vida con ese stopper, tan de cerca, cargándole peso y demostrándole la estima que le teníamos.
Luego de un rato llega Mauro a la reunión, con su cara de felicidad por el largo escalado, parecía haber disfrutado mucho el diedro que ya estaba por debajo nuestro. Estábamos los dos en ese anclaje aéreo asi que sin tantos festejos procedimos rápidamente a continuar con la sección del segundo techo, esta vez Mauro decidio tomar la delantera, se lo veía motivado asi que no dudamos que el debía continuar la lucha con la grieta invertida que contenia esa gran piedra. En unos minutos èl ya había superado este resalte y enseguida busco el lugar mas adecuado para armar el relevo. En breve ya estábamos nuevamente reunidos y vinculado al triangulo de fuerza.
La via continuaba por encima nuestro, por un diedro que luego seria fisura hasta llegar al promontorio final hacia la cumbre, compartiendo este largo con la ruta normal abierta hacia muchos años atrás. La línea de rapel la hicimos por la arista noreste de la aguja, entrelazando cintas y cordines por pichotes hasta el hombro noreste que da al valle y luego un rapel araña por la cara frontal de la pared pasando por la izquierda de ambos techos hasta llegar a un balcón o repisa, y de ahí otro rapel al suelo.
La via a simple vista parece imponente, intimidante, pero cuando estas ahí montado sobre la pared es simplemente una humilde ruta que cualquier escalador puede escalarla. A veces no hay que temer a lo que parece difícil o imposible, hay que estar listo para cuando se presente la oportunidad, preparar la mente y anticiparle el esfuerzo. Solo hay que animarse porque si hay enseñanza que nos ha dejado esta vivencia es justamente eso, animarse a navegar por aguas no transitadas. La fe y la religion son nuestras dos posesiones fundamentales, y no me refiero al mundo eclesiástico sino al sentimiento montañero de un ser humano. La fe protege al corazón, nos hará seguir cuando nadie más siga, en las noches turbias cuando dudemos nos hará resistir, en los días demasiado luminosos nos hara aguantar. Cuando elijamos no seguir más al corazón, y olvidemos las rocas milenarias, la sensación de ardor en las manos, que el viento era espíritu que nos empujaba y la nieve una voz que rugía en los pasos de la historia que vamos escribiendo al andar, o de encontrarnos en un instante con el corazón exaltado al subir una pared difícil, un día, un domingo apacible se cortará la luz, se apagará el ruido, y eso que nos distraía y nos hacia vivir inquietamente vivos no estará más evidenciando el tedio, el vacío insoportable de nuestra empobrecida y miserable situación. Y entonces ahí nos preguntaremos en que nos hemos convertido, acaso no era nuestro espíritu el que buscaba lo sagrado? , y bien, sabremos al fin que hemos perdido esa estrella que nos guiaba, ya no seremos los mismos pura sangre de aquel entonces. La religión integra la parte con el todo, llenando o vaciando de sentido lo que hacemos; cuando algo nos entusiasma es porque forma parte de nuestra búsqueda religiosa. Esta ocurre en lo concreto, como las aguas dulces de un rio caudaloso buscando abrir su paso al mar salado ineluctablemente siempre está aconteciendo, es una búsqueda hacia dentro y hacia afuera, y es eso lo que de alguna manera perseguimos al buscar las respuestas que el universo tiene para nosotros cuando nos emprendemos hacia las montañas, hacia los valles, hacia los montes…
Carlitos Abdala – Alexis Moreno.
(GRUPO ROSARINO DE ACTIVIDADES DE MONTAÑA)
[i] Nosotros valoramos la experiencia que nos dan las cimas y las dificultades, no las cimas y las dificultades en sí mismas, estas son anecdóticas. Entender esto es vital para un alpinista. Las cimas no son un trofeo para alimentar nuestro ego, son la materia a partir de la cual nos transformamos.
[ii] La escalada por sus notas, ambientes y situaciones en las que ocurre, o incluso por el vínculo que existe entre los miembros de la comunidad, es propicia a la intimidad necesaria para que se compartan experiencias neurálgicas, incluso entre quienes para una persona común podrían considerarse extraños. Entre escaladores se confían experiencias que en muchos casos no se confían a nadie más. Ni decir del vínculo e intimidad que ocurre entre escaladores que integran cordadas.
[iii] Huentota, tierra de guanacos, es como los Huarpes en su lengua Millcayac llamaban a Mendoza antes de que Pedro del Castillo en el siglo XVI le cambiara el nombre en homenaje a Gustavo de Mendoza Gobernador adelantado de Chile, quién mando a Castillo a explorar la región para el asentamiento de poblaciones Españolas en el lugar. Huentota es un enorme desierto, el 97% de su territorio es seco y deshabitado, actualmente sus poblaciones se hallan agrupadas en torno de tres pequeños oasis irrigados por aguas de deshielo cordillerano a partir de las cuales se forman los ríos y se construyeron acequias, represas y canales de riego artificiales que permitieron el desarrollo de la agricultura, como también el asentamiento poblaciones estables en la región. El manzano histórico forma parte del oasis del Valle de Uco, uno de los tres oasis de la Provincia, irrigado por las aguas del Río Tunuyan.
[iv] Los antiguos habitantes Huarpes tenían en lo alto de la precordillera a su Dios protector Hunuc Huar. De la unión del Sol y la Montaña nació Hunuc, el primer habitante de cuyo. Hunuc era dichoso en compañía de los animales, pero sentía necesidad de ser amado por alguien. Así por consejo del guanaco a quien conto su pesar, decidió hablar con sus padres para que le dieran una hembra. Ya desde aquellas remotas épocas el hombre realizaba ambiciosas ascensiones a las montañas en busca de respuestas. Hunuc emprendió una agotadora ascensión al cerro Mercedario, donde su padre el Sol hablándole en susurros por medio del viento Zonda, y como es común que hagan los hombres en asuntos familiares vitales le contestó que si quería una hembra debía hablar con su madre, la montaña cuyo espíritu habitaba en la cordillera indicándole que para llegar a ella debía ascender el Aconcagua. Hunuc hizo lo indicado y tras ascender el aconcagua habló con su madre. Esta le dijo que para que nazca la primer mujer el sol debía unirse con la luna en un eclipse total. Así, tras el eclipse, nació Huar la primer mujer. Hunuc y Huar se enamoraron y el mundo se llenó de alegría. Pronto Huar quedó embarazada de Hunuc; esto no fue bien recibido por el Sol quién encolerizado por motivos que desconozco los instó a que elijan entre su vida o la de su hijo. Estos por supuesto eligieron morir por amor a la vida de su hijo a quien llamaron Huarpe, por lo que tras criarlo y enseñarle a adorar al Sol y a la Montaña se alejaron y fundieron en un abrazo en una zona desierta esperando que la muerte los atrape, dejándose morir para que viviera su hijo, ocasionando esto la comunión de sus almas. El pequeño Huarpe creció; y la luna y el sol se apiadaron enviándole una mujer hija de la luna y venus. De esta forma nació y prosperó la etnía Huarpe. Luego la montaña al enterarse lo ocurrido, le pidió al Sol que convirtiera el alma metamorfoseada de Hunuc Huar en el diós protector de los Huarpes, lo cual fue concedido. Hunuc Huar convertido Dios protector de sus hijos los Huarpes subió a lo alto de la cordillera, donde habita desde entonces. El sol, la luna, la montaña, son fuerzas, divinidades muy poderosas de la cordillera, y en la historia de Hunuc y su pueblo Huarpe, estas son fuentes de vida, de alegría y amor, de protección, pero también es preciso saber que estas fuerzas son capaces de quitarles todo lo que se les ha dado tal como ocurrió en la historia de Hunuc.
[v] La historia del agua, es la historia del desierto, de sus lagunas, de sus pobladores y ahora de sus preciosos Oasis y exquisitas plantaciones de vid. La humanidad ha recorrido un largo camino para que podamos poner un grano de uva en nuestra boca. La historia del hombre y la hominización comienza hace 7 millones de años, los primeros hombres aparecen hace solo 200.000 años, en América hace aproximadamente 15.000 años. Las primeras poblaciones de Cuyo datan de unos 10.000 años, y son muy anteriores a los Huarpes la última forma de la cultura prehispana en la región. Durante estos siete millones de años de hominización, la vida fue terriblemente dura y penosa, las condiciones por las glaciaciones hacían impracticable la agricultura, la vida sedentaria, y el hombre vivía duramente de la caza y lo poco que le ofrecía la naturaleza silvestre. El promedio de vida era de 25 años, y la tasa de mortalidad del 80 porciento. Hace diez mil años y luego de un invierno que duro diez millones años las condiciones climáticas cambiaron, cesaron las glaciaciones, y se puede decir que el mundo entró en una etapa primaveral, la agricultura, la vida sedentaria, y la abundancia fueron posibles. En Cuyo las condiciones desérticas hicieron que este florecimiento de la humanidad ocurriera más tardíamente hace 2500 años, porque solo fue posible el desarrollo de la agricultura a partir del descubrimiento de la irrigación artificial mediante acequias, es decir canales abiertos mediante los cuales se dirigía y canalizaba el agua hacia cultivos para su irrigación, que permitieron la vida sedentaria, y el desarrollo de una cultura. Las familias de los Huarpes no se agrupaban en poblados, sino que estaban diseminadas en campos de cultivo irrigados por las acequias, esto fue un revolucionario descubrimiento que los nativos tardaron 8000 años en descubrir. En ese entonces el curso de las aguas de deshielo formaban naturalmente un sistema de pequeñas lagunas diseminadas en la provincia, de allí que en los antiguos mapas Españoles de Huentota estas tierras eran conocidas como Rosario de lagunas, porque el conjunto de lagunas tomaban la forma de las cuentas de un Rosario. La agricultura de subsistencia que practicaban los Huarpes no modificó en nada el curso natural de las aguas de deshielo, pero si modificó la vida y la cultura de la población. Fue mucho después que el avance de la canalización a gran escala, y su concentración en oasis hizo que las lagunas se secaran hasta desaparecer. Pero antes de desaparecer las lagunas hubieron de desaparecer sus pobladores. ¿Por que motivo, cual era el interés de Gustabo de Mendoza cuando manda a Pedro del Castillo a asentar poblaciones en Mendoza?, ¿cual era el objetivo del asentamiento de Poblaciones Españolas en Huentota, una tierra arida, desértica, y sin riquezas?. En Huentota solo había maíz y batata que cultivaban sus pobladores, no había riquezas minerales que explotar en ese momento, pero había tras dos mil quinientos años de desarrollo de la agricultura una población sedentaria, pacífica y dócil, que se había extendido en todo ese territorio. A la fecha de fundación de Mendoza por Pedro del Castillo los Huarpes se entiende eran aproximadamente treinta mil habitantes, otros hablan de cien mil, no se sabe bien, pero si se sabe que eran una población numerosa. La instalación de poblaciones españolas en la época Colonial no afectó inmediatamente la historia del agua, su objetivo era el comercio de esclavos Huarpes en Santiago y la Serena dedicados fundamentalmente a la explotación mineral en el lavado del Oro. En solo cien años la pacífica población agrícola y su cultura de dos mil quinientos años de formación desaparecieron como resultado de la falta de inmunidad a las enfermedades Europeas, el traslado de los hombres esclavizados, y el mestizaje de las mujeres que quedaban Mendoza. La cultura de la etnía sufre un corte total con la desaparición de su idioma del que no se conocen sino algunas palabras, y se ha perdido su fonética. La historia del agua no obstante sufre un cambio radical recién a fines del Siglo XIX con las nuevas corrientes colonizadoras, y la instauración de una producción agrícola de vides, concentrada en tres Oasis. La creación de estos tres Oasis, y la concentración del agua en estas islas verdes, produce la desaparición de las lagunas, y en su lugar la aparción de los Arenales. Desaparecen las lagunas del Rosario, y la Provincia se convierte en un enorme Arenal, con tres Oasis que concentran la población y el cultivo de vides. Es en esta época que se construyen los grandes canales, represas y centrales hidroeléctricas. Es en este contexto de la historia del agua en que podemos entender a lo que nos referimos cuando hablamos del Cajón de Arenales, de sus hermosos Oasis, sus deliciosas vides y de la historia oculta tras de sí.
Cerro Tolosa (5300) - Glaciar del Hombre Cojo - Mendoza - Argentina
El Rey del Fuego y el Leon Conquistador 6c?/A1 (Dic 2006)
Written by Miguel Florian KvartaHacía ya un año y medio que no iba a Arenales. En aquel momento habiamos estado con Nico casi 15 días, escalamos en el Cajón y nos fuimos
para allá. La idea era escalar ahí y después rumbear para el Torres del Campanario. Hicimos unos largos en las agujas olvidadas pero no pudimos llegar arriba porque había mucha piedra suelta. Intentamos ir al campanario pero el clima nos planteó
El Macizo de los Gemelos, es un grupo de montañas ubicado en plena cordillera Real, en limite Argentino-Chileno, algunos kilómetros al sur de Puente del Inca, donde la frontera hace una extraña inflexión en sentido Oeste - Este.
A comienzos del siglo XX, 1904, el geólogo alemán, Dr. Federico Reichert, fue contratado por el Ministerio de Agricultura de Argentina para estudiar recursos mineros en este pais. "...Encantado por la grandiosidad de la Cordillera de los Andes..." Reichert dedicó varios años de su vida a la exploración de esta englaciada y aislada región ubicada al sur de Puente del Inca.
Como tuvimos ocasión de comprobar en el terreno, este científico y su compañero el Dr. Helbling eran alpinistas, duros y valientes. Todavía seguimos sin explicarnos como pudieron hacer esas ascenciones con grampones de 10 puntas y piquetas de 90 cm !
Reichert plasmó sus observaciones en el Libro " La Exploración de la Alta Cordillera de Mendoza", publicado por el Circulo Militar en 1927 y hoy agotado. En la biblioteca del Colegio Sagrado Corazón de Rosario dimos con un ejemplar y extrajimos una copia. Recuperamos ese tesoro, lo hicimos nuestro, repasamos decenas de veces cada itinerario y cada cumbre. Con su viejo sombrero de paño y su larguisima piqueta alpina, Reichert volvía a sus andadas...
La quebrada se abre al este y en forma perpendicular al Rio Tupungato, apenas a dos o tres mil metros de P. de Vacas, desde donde se ve a la distancia (al sur, el lugar donde brota un chorro de agua ).
En Punta de Vacas la llaman - vagamente - quebrada "del chorro" o algo asi, pero me parece que nadie de los de ahi le entro mucho mas que un par de kilometros. Como al fondo la quebrada tiene dos portezuelos muy llamativos, se podria llamar "Quebrada de las Abras" o "de las dos abras" o también " del Chorro" o "del Agua de Punta de Vacas" según Pablo Gonzalez. Nos han dicho que muy antiguamente por ahi se pasaba contrabando que venia del portezuelo vecino al Cerro Polleras y terminaba (inexplicable para mi) en Potrerillos. Y que varios contrabandistas estan todavia en las alturas.
Desembocadura. Abanico aluvial.
El arroyo de la quebrada desemboca trasponiendo una notable puerta rocosa. A partir de ahi, se forma como es habitual un abanico aluvial; o sea: una pendiente de forma semicircular apoyada sobre el lecho de la quebrada del Tupungato. El abanico, de unas 150 ha, esta compuesto por material suelto arrastrado por el arroyo que baja de la quebrada.
Es como si con un compas se hubiera trazado un semicirculo donde todos los puntos tienden a tomar altura hacia la punta.....
El proceso es mas o menos asi: El agua baja por la quebrada por una fuerte pendiente, cargada de energìa, capaz de ir arrastrando mucho material (desde fina arena y limo a rocas). De golpe desemboca en la quebrada del tupungato, ya no hay pendiente, pierde la fuerza y no siendo capaz de arrastrar el material lo deposita en una zona que va quedando sobreelevada respecto del resto del terreno. A la menor crecida el arroyo se derrama hacia algun lateral, hasta que vuelve a rellenar ese terreno, vuelve a derramar, vuelve a rellenar en otra parte, y asi sucesivamente se va construyendo el "cono aluvial". Todo esto es relativo, hay que acordarse que los paisajes evolucionan a saltos, que uno los mira y no pasa nada y de golpe en horas transforman lo que hace meses o años estaba quieto.
Yo pienso que el abanico aluvial de esta quebrada es una forma "muerta". El abanico ya no esta formandose: hoy el arroyo atraviesa su propio abanico por una zanja labrada por la corriente, varios metros debajo del nivel del abanico. Que ha pasado ?? Probablemente lo de siempre : hoy dia falta la energia que alguna vez permitio arrastrar tanta piedra, falta el agua, faltan las precipitaciones, falta el hielo derritiendose....
Es muy interesante observar que normalmente estos abanicos aluviales modifican el trayecto de la corriente de agua de la quebrada principal, arrinconandola contra la margen opuesta. Si se mira bien, es el cono aluvial de la quebrada de las abras el responsable del corte de la senda de vehiculos trazada años atras por la Quebrada del Tupungato.
Cuando de una y otra margen se acumulan alterantivamente varios abanicos aluviales el andinista tiende a volverse loco dando largos rodeos, subiendo pendientes para bajarlas un poco mas adelante, descendiendo a veces profundos barrancones.....
Formas vivas y muertas: Esto tiende a pensar si el paisaje que vemos se esta formando en este momento o se formo en el pasado. Por ejemplo aca frente a Rosario esta lleno de paisajes vivos, que son esos islotes que van apareciendo: primero son un banco de arena, despues algun yuyal, despues arbustos. En cambio uno puede mirar una quebrada como la de Horcones y darse en cuenta que las fuerzas capaces de abrir semejante boquete ya no estan, dejaron la huella, pero ya no actuan.
Un valle glaciar.
Esta quebrada es un valle modelado por el paso de los hielos. Para mi ver, el glaciar llegaba desembocar en la quebrada del tupungato, una altitud bastante baja, unos 2.500 mts. Pero no estoy seguro. Ni tuve tiempo de mirar ni tampoco se mirar bien y aparte tenia el sol de frente (dios mio !!!! ). Si es seguro que apenas a dos kilometros quebrada adentro hay dos formas que denuncian la actividad del hielo: por una parte un grupo de rocas pulidas y rayadas y por otra parte una "hombrera" en la margen sur, es decir un abrupto cambio de pendiente que se produce en el costado de la quebrada, un verdadero hombro. (La forma de "el capitan" en Yosemite es una clasica y monumental hombrera).
Lo que parece que ha pasado en varios de estos valles, tal vez tambien en la desembocadura de la q. de las dos abras, es que en lo que era el valle glaciar despues del retiro del hielo fue excavado un valle fluvial.
Como puede alguien saber si un valle es glaciar ? Hay que sumar elementos y agregar un poco de intucion. Esto no es un catalogo de formas, pero suponiendo que estamos en Mendoza ahi va:
GRANDES MARCAS: Valle de fondo plano y margenes empinadas ( tipicamente el valle del Rio Cuevas). Valle escalonado (tipicamente la quebrada Fea, Vallecitos, quebrada de las Arcas en Cachi). Valle con curvas rectificadas (casi todos los que se ven). Hombreras (ver mas arriba, por ejemplo el Marinero en Arenales es una hombrera). Espolones truncados (riscos laterales con forma de piramide, por ejemplo tal vez algunas agujas de Arenales, la margen sur de la Q. Rio Blanco ). Valles colgados ( Quebradas laterales que desembocan mucho mas arriba que el lecho actual de la quebrada principal. Ejemplo quebradas Navarro-Los Gemelos, Vargas, Blanca ). No hay que dejarse engañar por el pedregullo que ha ido disimulando las formas despues que el hielo se retiro. La mirada del humano tiene que penetrar los acarreos y tratar de ver las formas que tendria todo si no estuvieran....
MARCAS MEDIANAS: Morenas (es a veces un poco dificil saber si algo es o no es una morena, incluso ni estos tipos a veces se ponen de acuerdo. La característica seria de material suelto, sin absolutamente ninguna clasificacion, sin estratos, donde el limo mas fino convive al lado de un bloque de decenas de toneladas).Rocas aborregadas ( una especie de lomos de piedra que tienen el frente abrupto hacia donde bajaba el hielo. Recuerdo que en el Chañi estaba lleno). Drumlims o cesta de huevos (acumulaciones de piedra suelta. Solamente me acuerdo haberlas visto al fondo del arroyo Barroso al norte del Atuel)
MARCAS CHICAS: Bloques erraticos (enormes piedras de varios metros cubicos que no se sabe como pueden estar ahi) Rocas pulidas. Rocas estriadas. (en el talud de subida a la Quebrada de Vargas, sobre el granito, estan claras esas marcas)
Tramo inferior.
En el tramo inferior, los primeros ocho o diez kilometros, este valle tiene dos caracteristicas:
1) En el sentido longitudinal, es muy empinado: se suben 200 o 300 mts. por cada mil recorridos. Ademas, al contrario que su pariente cercano, la Quebrada Fea, no es escalonada, sino de pendiente bastante constante.
2) En el sentido transversal, igual que la Fea, algo opresiva, estrecha y enmarcada en acarreos empinados y riscos casi verticales.
En esta parte de la quebrada, mirando directamente al oeste, se ve la ruta internacional y el pueblo de Penitentes. Viceversa: si recuerdan, cuando se baja de Puente del Inca hacia Punta de Vacas, mirando directamente en el sentido de la ruta, en lo alto se ve un tramo de esta quebrada.
En la quebrada todo aparece caotico, hay piedra angulosa de todos los tamaños cubriendo todo, incluso los arbustos. Son las avalanchas de nieve y piedra que han caìdo desde los altos riscos laterales. Esta si que es una forma viva y actual !!! En esta parte los arrastres de piedra y pedregullo ni siquiera permiten que haya un sendero, en poco tiempo se vuelve a tapar.....
El caño de agua sube por la quebrada dos o tres kilometros hasta aproximadamente la desembocadura de un empinado vallecito que viene de lo que en el mapa figura como " Cerro de las Vacas". El caño no toma de ningun diquecito, ni de un solo lugar sino por una zona perforada. El agua que se toma parece manar directamente debajo del pedregullo de un acarreo lateral, infiltrada quien sabe en que lugar.... Este caño, mayormente de metal, ha sido y debe ser un buen laburo: recorre como 6 kmts, y cagado a cascotasos primero debe cruzar el rio tupungato y despues el cuevas. La presion en Punta de Vacas es de como trescientos metros de desnivel, asi que hay sonoras perdidas de agua.
En cuanto al vallecito del "Cerro de las Vacas", desemboca formando su propio y empinado abanico aluvial, confinado entre las paredes rocosas. Apenas puede decirse que eso sea un valle. Aunque "invita" a subir por ahi, habria que tener cuidado: en invierno las avalanchas deben hacer turno para cubrir el fondo y en el verano debe ser un cascoterio.
Hasta los 3.200 mts. aprox. la quebrada esta cubierta de vegetacion de arbustos espinosos de varias clases. Hay tambien algunas leguminosas (hasta trebol blanco vi ) y varias gramineas que supongo que para las vacas, guanacos, etc. pueden parecer apetecibles. En relacion a animales silvestres, vimos un par de liebres, pocos y desconfiados pajaros (cachilos, dormilonas, lejanos y grandes planeadores), insectos (entre ellos las arañas parte del microclima del lugar). No pudimos ver ni un guanaco, pero vimos sus rastros, pastos comidos, "dormideros", y varias sendas.
Pasada la quebradita del Cerro de las Vacas la quebrada de las abras supera dos taludes de pedregullo. Para mi, ignorante y apurado, son de origen dudoso. Podrian llegar a ser una antigua morena ? (Morena: deposito de roca suelta que deja la actividad glaciar)
Nunca en los primeros kilometros de quebrada el humano podria asentarse con seguridad, si tuviera suerte, no hubiera grandes terremotos y tuviera invernos secos, tirarìa algunos añitos. Pero al final quedaria debajo de algun alud.
La lucha del agua y la piedra.
Para el viajero - como diria Reichert - es interesante hacer una observacion. Aunque - como la Fea - la quebrada es cerrada, y no tiene sendero, se gana altura con facilidad. Lo que pasa es que el arroyo es debil y al hacerle poca fuerza a los acarreos, no consigue erosionarlos y no forma esos espantosos barrancones sueltos que hay en la Quebrada Fea donde la fuerza del arroyo (que es un parto vadear ) resiste violentamente el ataque de los acarreos socavandolos continuamente.
Estando tan encerrada, la quebrada de las abras, esta dominada por los acarreos, los llamados "depositos de talud". Aunque tienden tambien a tomar forma de abanico, son muchisimo mas empinados que un abanico aluvial. El acarreo puede tener pendientes superiores a los 35 grados.
Se puede pensar lo que sucede en el fondo de la quebrada como una lucha entre el agua y la piedra. En los primeros kilometros, donde todavia aflora el arroyo, por ahora el agua sigue resistiendo a pesar del terrible ataque de los acarreos que quieren cubrirla y desparecerla para siempre. Sobre los 3200 mts. el fondo de la quebrada empieza a hacer una serie de notorias "hondonadas", pequeñas cuencas sin un desagote visible, encerradas entre material de los acarreos laterales. Probablemente durante el deshielo alli se formen lagunas pero el agua en vez de correr y abrir un lecho sobre el valle se infiltre entre las piedras para aparecer mucho mas abajo....Mientras no cambie el clima, arriba el agua ha perdido la batalla, ha desaparecido de la superficie refugiandose en lo recondito del pedregullo.
Los glaciares de escocombros.
En los libros de geologia se llama asi a una acumulacion de piedra con hielo (que se ha infiltrado como agua y luego helado, o que ha caido como avalancha de nieve y piedras, o parte de un antiguo glaciar cubierto, o morena con hielo, etc.) Por la gravedad, igual que el hielo puro, tiende a fluir.
Apenas terminadas las hondonadas, en una franja bastante definida, aparecen enormes y caoticas acumulaciones de rocas de todos los tamaños, como si una topadora gigante hubiera estado moviendo material suelto. Casi todas estas "lenguas" parecen provenir de empinados valles laterales y tienen un frente muy abrupto de material fino, coronado en un tapiz de rocas mas grandes, bastante horizontales, que se desprenden continuamente. Esta es tambien una forma muy viva: cuando paramos a almorzar, una de estas barreras no paro un minuto de desprender piedras... Para el viajero, son la parte mas molesta del recorrido.
En algunas zonas se han acumulado miles de enormes rocas angulosas que son de cuidado. Me parece que pueden provenir de desprendimientos masivos y rapidos de piedras (aludes) desde los riscos laterales y despues han sido trasladados y reacomodados, tal vez por este mismo fenomeno de los glaciares de escombros.
Pero todo tiene su fin, y en la zona de los cuatro mil metros por suerte se entra en la parte superior de la quebrada.
Se puede comentar que Mendoza es una de las zonas con mas glaciares de escombro en el mundo. Reune dos ingredientes en proporcion justa: agua cantidad necesaria, roca molida en cualquier cantidad....
La mayoria de estas acumulaciones provienen de empinados y enriscados valles laterales, tal vez lo que se llamaria circos glaciares, cuencas alguna vez labradas por el hielo que hoy ocupan los cascotes y la nieve.
Donde termina el primer tercio de la quebrada hay enormes y verticales paredones de roca con cascadas heladas que llevan a una hermosa cumbre que en el mapa figura con unos enigmaticos 4.860 mts. Una montaña imposible, por lo menos por este lado.... En la margen sur se abren boquetes tan grandes que delimitan unos bloques montañosos que quedan medios independientes.
Se observan muchas crestas rocosas afiladas y algunas agujas, que indicarian una erosion glaciar muy avanzada, que ha enflaquecido estas montañas antiguamente rellenas y gorditas, conviertiendolas en angulosas y empinadas montañas de pasarela
La quebrada superior.
Sobre los cuatro mil metros, en muchas partes, el fondo del valle empieza a descubrirse mostrando afloramientos de la roca madre. Pienso que el hielo, el glaciar, no se retirò todo de golpe. Tal vez cuando se levantaban las Piramides de Egipto todavìa se veria el hielo desde el Rio Tupungato, y cuando Pizarro completaba su obra emancipadora por fin quedo limpia de hielo la piedra pulida que estoy mirando en este momento..... No es algo que haya descubierto Green Peace. El avance y el retroceso de los hielos es un ciclos repetidos, tal vez centenares, miles de veces....
Para el caminante las cosas vuelven a componerse, ya no hay hondonadas ni tampoco dificiles barreras de pedregullo. La quebrada es muy amplia, apenas una quebrada. Los laterales se retiran y al fondo aparecen dos portezuelos que bajarian a una quebrada vecina, la Colorada, una gran quebrada.
Si uno mira la pieda todavia que aflora, esta pulida por el glaciar, rayada, estriada. Aparentemente el glaciar trabajaba a la vez como una lija fina y una lija gruesa: al fondo llevaba desde grandes piedras hasta arena fina y con la presion del hielo hacia su trabajo.
En varias partes se observan unos extraños cañones labrados en la roca. Tiene varios metros de profundidad, son estrechos, de paredes casi verticales. Que es esto ? Aparentemente no tienen nada que ver con la actualidad. Son otra forma muerta, un residuo del pasado. Cuando todo estaba cubierto de hielo, una fuerte corriente de agua, "subglacial", corria debajo del hielo, formando estos cañones en la roca. Hoy han quedado al aire y a veces son usados por las nuevas corrientes de agua de deshielo.
El Cordon Escondido.
El andinista se desanima, sube, da vueltas, pone huevo y al fondo de la quebrada sigue viendose el cielo. Es asi, en esta rara quebrada al fondo no se ve ninguna cumbre sino el cielo. Entonces el tipo, que carga muchos malos calculos piensa: "otra vez me mande una cagada, otra vez le hice perder el tiempo a esta gente".
Cuando ya esta sin esperanzas y sigue para arriba para terminar de una vez, aparecen por fin las montañas.
Dando margen a la parte superior de la quebrada se levantan cinco o seis cumbres de alrededor de cinco mil metros. La primera, al este nor este, entre las dos abras, es una cumbre de material suelto, que corona una llamativa barranca rocosa de varios cientos de metros. A pesar de todo parece una montaña sencilla.
El abra mas baja y pequeña comunica directamente con la quebrada del Colorado, mas al norte. El otro portezuelo, de forma casi tubular, llamativo, provocador, una perfecta "artesa glaciar", te manda a un pequeño valle que tambien desemboca perpendicularmente en la Q. Colorada.
Mas al sur aparecen tres o cuatro cumbres sobre un mismo filo. La ultima, una piramide gorda, es "El Escondido" que subimos nosotros.
Este filo de cumbres separa hacia el sur de la Quebrada Fea (en realidad entre medio hay una extravagante quebrada que ha quedado intercalada y descolgada entre ambas...).
La quinta cumbre, al oeste, muy linda y la mas dificil.
Todas tienen una altura parecida, tal vez anden dentro de los 100 mts. de diferencia. Como el fondo del valle queda bastante alto, (nosotros acampamos sobre los 4.600 mts. ) para subir cualquiera de estas montañas el desnivel es de apenas 500 mts.
Adonde se fue el albañil que levanto este paisaje ?? Aunque para nosotros la nieve era un manto grueso se puede ver que ya queda poco hielo. Solamente en el extremo este sureste hay algunos afloramientos de algunas hectareas. Seguramente debajo del pedregullo haya bastante mas hielo sepultado.
El plan original – formado a partir de información bastante escasa, porque íbamos a visitar una zona muy poco relevada y muy aislada – en esta salida era entrar por Punta de Vacas hacia el Sur a la quebrada del río Tupungato, cruzar este curso de agua, caminar por el margen derecho 10 o 12 km. hasta la entrada de la Quebrada Fea. Después, recorrer esta quebrada por 25 km. hacia el Este, hasta un punto en que lo único que sabíamos, por una foto satelital, era que había un glaciar, treparnos a unos filos que dan al Cordón del Plata, y bajar por la Quebrada de Vallecitos. Eso incluía el ascenso al Plata por el Oeste, que hasta donde sabíamos, sería el primero por esa cara. Este plan nos debía llevar entre 8 y 10 días. De todo esto se cumplió muy poco...
Día 1: sábado 15 de noviembre
Después de un retraso en el viaje de Rosario a Mendoza, arribamos con el tiempo justo para tomar el colectivo a Punta de Vacas. Llegamos a este caserío cerca de las 14:00, repartimos los últimos montones de comida y equipo común y nos largamos a caminar. La primera alteración al plan original fue cuando encontramos que un carro montado sobre un cable de acero que se usa para cruzar el Tupungato (un torrente muy fuerte y caudaloso, imposible de vadear), estaba trabado con cadenas y candados. Tuvimos que ponernos los arneses y engancharnos con unos cordines y mosquetones a otro cable de acero con una roldana que cruza el río un poco más arriba. Así pasamos en "tirolesa"… una tirolesa bastante distinta a la que anuncian las empresas de "turismo aventura" tan de moda, porque la nuestra pasaba a poca distancia del torrente furioso (que nos salpicaba) y el cable era, en realidad, dos pedazos de alambre grueso unidos precariamente por las puntas sobre la mitad del río.
Después del cruce del Tupungato y 5 horas y media de caminata fácil llegamos hasta la entrada de la Quebrada Fea y como no hacía frío, a la noche tiramos los aislantes y las bolsas atrás de una piedra e hicimos un vivac. Encendimos un lindo fuego con leña seca de los arbustos del lugar, tomamos un buen vino y caliche. La reunión y la conversación alrededor del fuego (cuando es posible hacerlo) siempre son símbolos especiales en la montaña, se trata de la repetición de un rito inmemorial, nos sentimos unidos a quienes recorrieron esos lugares y les dieron significado mucho antes que nosotros. Como dice Glauco, quién sabe qué figura forma nuestro comportamiento en el tiempo, qué cosa ponemos en orden en el universo al repetir el rito.
Día 2: domingo 16 de noviembre
Nos despertamos a las 6:00 y una hora después ya seguimos avanzando por la Quebrada Fea, con un terreno que se hacía cada vez más complicado: acarreos, rocas inestables de todos los tamaños, laderas que caían a pique sobre el río. Tuvimos que descalzarnos un par de veces para cruzar el arroyo que baja por la quebrada, aunque más adelante pudimos evitarlo gracias a los puentes de nieve sobre el agua. Cerca de mediodía empezó a nevar y hacia las 16:00 (caminamos cerca de 8 horas netas ese día) tuvimos que parar y armar la carpa porque la nevada se había hecho fuerte. La nieve al principio se fundía al llegar al piso cálido, pero al atardecer ya lo cubría con una capa de varios centímetros. La tormenta duró 18 a 20 horas y se acumularon cerca de 30 cm. de nieve en el lugar donde estábamos, a 3.400 metros de altura.
Pasamos las largas horas de la nevada muy tranquilos, aunque algo incómodos, adentro de la carpa, tomando mate, vino y cuándo no, caliche, y escuchando música.
Día 3: lunes 17 de noviembre
A mediodía dejó de nevar y, una vez que nos pareció que el tiempo iba a mejorar, levantamos el campamento. Proseguimos el avance por la quebrada, más difícil todavía por la consistencia y la profundidad de la nieve recién caída. En varios tramos nos cuidamos de seguir de cerca el curso del río, ya que la nieve podía tapar piedras inestables y afiladas. En alguno de esos tramos, con fuerte caída hacia el río, tuvimos que usar los grampones y las piquetas para mayor seguridad. En 6 horas llegamos a los 3.900 metros (a esta altura ya no había vegetación alguna) y acampamos.
Día 4: martes 18 de noviembre
Desarmamos la capa y seguimos progresando lentamente por un terreno complicado hasta los 4.400 metros, donde establecimos nuestro último campamento. Tiempo de caminata: 10 horas y media. Estas caminatas de los primeros días no fueron fáciles, como demuestra la gran cantidad de horas que caminábamos y la poca distancia y desnivel que superábamos. La Quebrada Fea consiste en una serie de extensiones planas por las que corre un arroyo. Los "planchones" son 11 y están unidos por encajonamientos, difíciles de transitar porque están formados por rocas de todos los tamaños, muy inestables. En estos encajonamientos, a cada paso existe el peligro concreto de romperse una pierna por pisar mal o porque cede una piedra, y un rescate por tierra es muy improbable. Un compañero del accidentado debería bajar la quebrada y conseguir un helicóptero. Además, varias veces hay que cruzar el arroyo, lo que implica descalzarse y meterse en el agua bajo cualquier condición de tiempo. La precipitación de nieve también complica no sólo por hacer más pesada la marcha, sino también porque oculta los peligros del terreno. Con la tormenta se había acumulado mucha nieve blanda y a veces había que abrir huella con las piernas que se enterraban completamente. Caímos varias veces en huecos de nieve que nos llegaban al pecho y de los cuales había que pelearla para salir.
Pero así como el lugar es aislado y duro, también es muy hermoso (la quebrada de fea sólo tiene el nombre). Los glaciares han dejado su rastro, más que en otras partes de Mendoza que conozco. Los relieves son agudos, bien alpinos. Montañas de más de 5.000 metros como los Enanos Blancos, el Morro Rojo, otra de forma piramidal de la que ignoramos el nombre, limitan la quebrada con sus pendientes abruptas y cumbres afiladas (especialmente uno de los Enanos que parece un cuchillo con un penacho de viento blanco casi permanente sobre la cima), volcando sobre ella sus glaciares. A lo lejos, dependiendo del punto en que uno esté, pueden verse al Aconcagua, el Ameghino, la Mesa y parte del Mercedario, los Gemelos, y otros cerros.
A 4.400 metros, solamente teníamos noticia de un andinista (Gabriel Cabrera) que haya andado por ahí antes que nosotros, y haciendo el viaje a la inversa (entrando por el Cordón del Plata y saliendo por Punta de Vacas); unas pocas expediciones entraron, hace muchos años, pero solamente hasta el Portezuelo de los Enanos, bastante más abajo. En este campamento nos dimos cuenta de que no íbamos poder seguir avanzando hacia el Cordón del Plata, como era nuestro plan original. El equipo técnico que llevábamos era insuficiente para encarar el glaciar que se nos presentaba a poca distancia y del cual nos habíamos hecho una idea muy errada mirando la foto del satélite. La realidad: un glaciar importante de varios km. de extensión, con todas las características típicas: el circo, la rimaya, la cascada de séracs, la lengua terminal, muchas grietas transversales y longitudinales que se veían... y muchas otras que no se veían porque habían sido tapadas por la nieve reciente. Además de la barrera del glaciar, era claro que para llegar al Cordón del Plata no sólo necesitábamos más equipo, sino también más días, porque las distancias son muy largas (y en gran altitud) y el terreno es muy intrincado, poco claro, casi caótico.
Día 5: miércoles 19 de noviembre
Una vez abandonado el plan original, buscamos una alternativa. Nada temprano salimos del campamento y cruzando campos de nieve y algunos acarreos que sobresalían de la nieve, subimos un cerro. Algunas pendientes tenían apenas algo menos que 40º, pero no había mucho peligro de deslizarse si uno daba un mal paso, porque la nieve era bastante blanda, aunque el esfuerzo era considerable. Podía haber cierto riesgo de avalancha (especialmente bajo un labio de hielo en la ladera de la montaña). Más arriba la inclinación decrecía pero la nieve era más dura y había que andar con cuidado; la piqueta y los grampones me dieron más seguridad. El filo que conducía a la cumbre tenía una pendiente pronunciada (quizá unos 40º) de roca de mala calidad, con mucho azufre, que se desmoronaba, y a ambos lados daba a neveros muy inclinados. Con cuidado fuimos subiendo los últimos metros. Después de 4 horas llegamos a la cima, donde el altímetro marcó 5.035 metros y no había rastro de ningún ascenso anterior. Se trataba de un cerro virgen, por lo que levantamos una chotata y dejamos, protegido por una bolsa, un papel anotado con nuestros nombres, la fecha y hora de cumbre, las condiciones del tiempo (soleado y hasta caluroso, como lo fue siempre desde el fin de la nevada), la ruta de ascenso y el nombre que le pusimos a la montaña: "Cerro de la Certeza". De ese punto en adelante, todo es misterio.
Día 6: jueves 20 de noviembre
Fuimos hasta el glaciar y nos metimos entre las hermosas torres que forman su parte final. Gramponeamos y usamos las piquetas un rato en hielo duro con buena pendiente pero sin mucho desnivel, por la falta de equipo técnico suficiente. A mediodía volvimos al campamento, desarmamos la carpa y comenzamos a bajar, lo que no fue sencillo. Al cruzar los neveros hacía mucho calor, por el reflejo del sol; más abajo, la mayor parte de la nieve se había fundido, con lo que debimos atravesar un terreno bastante peligroso, inestable, de rocas afiladas y quiebres sobre el río. Tuvimos que tener mucho cuidado, y aún así nos caímos varias veces cada uno, afortunadamente sin consecuencias más graves que unos cuantos raspones y lastimaduras.
A las 20:30 nos detuvimos a vivaquear en un lugar con vegetación cerca del río. Fue reconfortante sentir el aire perfumado por las plantas después de las agotadoras caminatas por puro hielo, nieve y roca. Era notable ver cómo la vegetación llegaba hasta una morrena que parecía cortarle el paso; del otro lado de la morrena, casi sin diferencia de altura, el terreno era totalmente árido.
Día 7: viernes 21 de noviembre
El regreso desde el último vivac, a pesar de que el entorno era más amistoso por la presencia de vegetación, no fue más cómodo que el resto del camino. La Quebrada Fea no se da por vencida tan fácilmente...
Cuando terminamos de recorrer la Quebrada Fea y llegamos por fin al río Tupungato, hicimos un alto frente al refugio Río Blanco que se alza, medio en ruinas, al otro lado del río. En ese lugar encontré un espinillo lo suficientemente alto como para darme sombra. El tiempo era muy soleado y caluroso. De alguna manera me sentí obligado a retribuirle a ese espinillo su gentileza, y lo regué con agua del Tupungato. ¿Por qué cuento esto? No tiene sentido, acá abajo es absurdo, casi ridículo. Sin embargo, allá, era lo correcto, allá si tenía sentido devolverle al espinillo algo a cambio de lo que me dio. Como el rito de la reunión alrededor del fuego, como levantar una chotata en una cumbre, se trata de actos que no se pueden explicar en el llano, en la ciudad. Hay que ir allá para entender su significado y su símbolo y para comprender su necesidad. Yo creo que si volviera a hacer este viaje, reconocería al espinillo amigo que me dio sombra entre todos los demás.
Finalmente, después de una caminata de 11 horas desde el último vivac, nos encontramos frente al cable de acero que atraviesa el río Tupungato. Era tarde y nos preocupaba la subida del nivel del agua, por lo que decidimos esperar a la bajante de la mañana siguiente para cruzar. El último incidente del día fue el encuentro cercano con una araña pollito que hizo cambiar a los bravos montañeros un vivac bajo cielo estrellado por una carpa cerrada e incómoda.
Día 8: sábado 22 de noviembre
Temprano a la mañana cruzamos el río por la dudosa tirolesa y en poco tiempo estábamos en Punta de Vacas esperando el colectivo a Mendoza.
Andrés C. Argutti
G.R.A.M.
Noviembre de 2003
Estos son algunos apuntes sobre la quebrada del Potrero Escondido:
La quebrada es afluente de la Quebrada del Rio Blanco, a la que se le une aproximadamente en el primer tercio inferior. Se puede acceder bajando (desde el oeste) o subiendo ( desde el Este) por la Q. del Rio Blanco. Este ultimo acceso es muy sencillo porque en unas 5 o 6 horas desde Punta de Vacas se llega a la desembocadura, previo paso por el Ref. Rio Blanco y el estrechamiento del Rio Blanco, donde una buena senda consigue mantenerse en la margen sur sin cruzar.
Como todas estas quebradas afluentes de otra mayor, presenta un gran desnivel en la desembocadura, mas de 200 mts.
Este tipo de accidente ( el mismo que en la Q. de Vargas, Navarro, etc.) fue generado por la actividad glaciar: por la quebrada principal corria una corriente de hielo al nivel de la parte superior del desnivel. Cuando el hielo se derritio, la quebrada accesoria quedó "colgada" (asi se llaman, "valles colgados") y el arroyo que portaba debió superar ese desnivel como fuera. Algunas ( VArgas, P. Escondido) tienen hoy profundos cañones cavados en la roca viva, saltos de agua, etc.
El Arroyo del P. Escondido en un verano seco puede pasarse aunque es turbulento.
Al pie del talud de la desembocadura hay un excelente sitio de acampe de arrieros, con leña incluido, a unos 2.600 mts snm.
El talud se sube por amplios y comodos zig zag sobre la margen este. Cuando termina se ve la quebrada, sus potreros escondidos, un lindo y lejano cerro piramidal de 5.000 al fondo.Esta forma de piramide es otro testimonio de la erosion del hielo. No es una forma "casual", es una forma que se repite por todo el planeta. Picos similares aun en Mendoza, el Cuerno, La Mano, etc.
La quebrada del Potrero Escondido se transita por la margen sureste. Se ingresa con direccion oeste y en unos 2 o 3 kmts. se gira francamente al oeste (quedando entonces la quebrada totalmente paralela al Rio Blanco).
Apenas entrando, al sureste, hay dos quebraditas muy cerradas. Una de ellas, que llamamos Quebrada del IGM, la seguimos un par de horas hasta que la escalada resulto demasiado y no pudimos (real, no pudimos) seguir subiendo.
Luego, de la margen sur, se presenta una serie casi ininterrumpida de riscos durante varios kilometros.
El arroyo corre bastante profundo. Hay una explicacion para esto: Al derretirse los glaciares el arroyo era capaz de llevar mucho material y de depositarlo a lo largo del valle. Cuando los hielos retrocedieron y el arroyo se quedo sin "combustible" ( agua) fue enclavandose en sus propios depositos anteriores de roca formando un pequeño cañon.
La cara norte del Valle esta dominada por un extrañisimo cerro de algo menos del 5000, el Colorado. Seguramente virgen. Es un cerro que podria figurar en el mejor libro de geologia: la cumbre es un perfecto anticlinal, es decir una arruga, un pliegue de la corteza terrestre. Esa parte es arida y empinada.
Del otro lado esta el pasto para el ganado, tal vez unas 200 vacas podrian veranear ahi.
Otra particularidad del valle, es que permite ver los grandes corrimientos (fallas que montan unas rocas sobre otras sobre largos planos de deslizamiento ). La mas "baja", (la falla Penitentes), se puede visualizar tal como es: un monumental deslizamiento de rocas estratificadas que se encimaron sobre otras.
El valle tiene sucesivamente 3 extrañas bandas rocosas que lo cortan transversalmente, probablemente coincidiendo con las fallas. La última es la que lo separa de la zona del Portezuelo Bajo del Rio Plomo.
La primera banda rocosa, un precipicio empinado, a veces vertical, a veces con enormes extraplomos, esta perforado por varias corrientes de agua que caen como grandes cascadas. Por una de ellas, escalando un poco, conseguimos acceder al segundo escalon del valle, donde se encuentra el verdadero "Potrero Escondido", un rincon de unas 500 ha. en la cara sur del valle. Ahi hay alguna formacion de roca oscura muy abundante en fosiles marinos. Es notable el paisaje al pie del primer escalon: un anfiteatro totalmente llano y empastado, cerrado por paredes de roca estriada y vertical con cascadas colgando. (Todo es tan "nuevo" que los arroyos que provienen de dos de las cascadas corren totalmente paralelos a menos de 300 mts. uno de otro por varios kilometros y sin juntarse).
Por lo que se ve en la foto satelital y lo que se observa en el terreno, es muy probable que solo en epocas recientes (digamos 10 o 20 mil años), el valle del Potrero Escondido haya incorporado a su propio caudal todo lo que esta sobre el primer escalon.
Los dos espacios que quedan arriba del primer y segundo escalon tienen una direccion notablemente transversal a la direccion del valle principal. TAl vez antes del ultimo avance glaciar esas fueran quebradas directamente tributarias del valle del Rio Blanco. Despues el hielo proveniente de la ultima banda rocosa debe haber rebalsado hacia el este y como una brutal topadora se habra llevado puestos los margenes este de esos valles, poniendo ambos en conexion con el Potrero Escondido.
Los Clonquis. El margen sur del P.E. esta formado por "Los Clonquis" un conjunto de 3 o 4 cumbres rocosas, espantosas, de unos 4.500 mts. La primera al este tiene que estar virgen, no hemos visto por donde subirla. La segunda y la tercera tal vez desde el oeste permitan algun malabar.
El paso hacia la paralela Quebrada de Chorrillos esta inmediatamente al este del primer Clonqui, sobre un paso llano y libre de riscos. Desde ahi se ve el Tupungato, el Polleras, el Meson de San Juan, el Aconcagua, los Enanos Blancos, etc. Para acceder a ese portezuelo uno debe remontar el Potrero Escondido hasta pasar la banda rocosa de la margen sur y ahi tomar un amplisimo tobogan libre de riscos que en diagonal va subiendo hacia el filo. Hay sendas muy marcadas, pero hay que encontrarlas.
OBSERVACION SOBRE LOS PAISAJES DE LA CORDILLERA MENDOCINA:
Una ayuda para entender el paisaje.
Cuando uno observa un paisaje, esta viendo"formas". Toda forma tiene una explicacion: algo paso para que los campos de U$ 12.000 tengan una leve "lomita", para que la pared sur del Aconcagua sea el precipicio que es o para que el lugar donde se asienta el casino de Mar del Plata este donde este.
Pues bien: lo que ve, lo que ha ocurrido, es relativamente NUEVO. Generalmente, mayormente, las formas estan modeladas por la erosion, que depende de hechos recientes, 10.000 años, o 200.000 años, o 300.000 años. Estos profundos valles, estos audaces picos son resultado de "pocos años" de actividad.
En Mendoza tal vez ayudaría pensar que todo este espacio formado hoy por valles y cumbres muchas veces estaba antes nivelado al nivel de las cumbres (o mas) y que la erosion fluvial y glaciar fue "vaciando" material y formando los valles.
En cambio otra cosa, mucho, muchisimo mas vieja, son las rocas que forman esas formas. Son como los ladrillos de la casa. Aca la unidad es el millon de años, pero podemos hablar de 160 o 200 millones de años. O de 500 millones en Los Gigantes. O de mas de 1.000 millones en Tandil.
Asi que resumiendo la "escala significativa" podria ser asi:
hombre = 1 año
clima = 1000 años
formas = 10.000/100.000 años
rocas = 1.000.000 años