Bolivia (1)
Suena el despertador…son las 3 de la mañana, espero que esté despejado, malabares con el cierre de la bolsa y me asomo, no lo puedo creer, por fin una noche despejada, le grito a los chicos, nos espera un largo día.
Todo comenzó hace algún tiempo como todos los viajes, comiendo un asado. Guille tira la idea y con Seba nos miramos, como no aceptar, éste invierno nos vamos a Bolivia. A principio de julio comienzan los preparativos, piquetas, grampones, tornillos, comida y demás. Lo más importante ya lo teníamos, ganas, muchas ganas de pasarla bien. Presupuesto escaso, o sea que nos vamos en micro. Partimos a mediado de julio, tres mochilas al tope y un petate de un millón de kilos. De Rosario fuimos a La Quiaca, llegamos a las 5 de la mañana, cruzamos la frontera a pata y caminando nos fuimos a la estación de Villazón. El frío se hacía sentir, pateamos unas 15 cuadras con nuestro petate gigante. Villazón- Oruro en un micro que se caía a pedazos, esperamos algunas horas en la estación y nuevamente otro peor que después de las mil y una nos dejó en La Paz.
La Paz (3.500 mts.) nos recibió de madrugada. No entendíamos nada, gente tomando por todos lados; la ciudad era un verdadero desorden. Luego nos enteramos que era el día de la ciudad. Paseando por los mercados del Alto nos dimos cuenta lo inútil que fue traer toda la comida de Argentina. En estos mercados se consigue de todo y a precios más accesibles que en nuestro país. Y la proximidad de los campamentos bases permite llevar comida fresca. Es increíble la variedad de frutas y verduras que se consiguen en estos lugares; diversas clases de papas andinas, ajíes picantes y maiz de los más extraños y exóticos. Quedamos encantados con La Paz, su gente, su amabilidad, sus costumbres, su colorido y la manera en como no pierden sus raíces.
Pedimos un poco de info en el Club Andino y conocimos a su presidente, quien nos cedió su tiempo muy amablemente. Recorrimos las pintorescas calles llenas de cholas con sus apayos multicolores, vendedores callejeros y puestos vendiendo amuletos de la suerte, medicinas mágicas, fósiles y hasta fetos de guanacos disecados. En Bolivia se venden cosas insólitas para nuestra cultura.
Luego de visitar distintas empresas y averiguar acerca del lugar, en la calle Sagarnaga convencemos a un taxista quien nos termina llevando a Tuni por menos de la mitad de precio. Por un camino vertiginoso y un taxista bastante peligroso vamos dejando atrás la ciudad y nos adentramos en otro mundo, al cual no llega el riesgo país, los noticieros amarillos ni las promesas de los políticos: al mágico mundo de las montañas.
Tuni es un pequeño caserio, en su mayoría de adobe. Nos recibe su gente y en especial niños, muchos niños. Acostumbrado a las aproximaciones en Argentina, las de la Cordillera Real son cortas y en apenas 3 horas estamos en el CB (4.400 mts.) que nos recibe con viento y nieve. Armamos la carpa a orillas de la laguna Chiar Khota y a descansar. Sopla toda la noche pero amanece despejado y subimos el Cerro Mirador o Jallayco (5.220 mts.) para aclimatar. Pifiamos la entrada y nos metemos en una ruta con algunos pasos de 3º y 4º grado medio expuestos y después de unas cuantas horas la Cordillera Real nos regala una panorámica increíble. Al fondo la laguna Tuni domina el sur. Lejos, al este el Huayna Potosi y casi al alcance de las manos el Condoriri, Woyming, Tarija, Pequeño Alpamayo, Pirámide Blanca, Ilusión y algunos más. Bajamos por la normal y en 2 horas estamos en el base. Unos suizos traen cerveza mientras preparamos unos Don Felipe; los chilenos ponen el postre y se suman dos catalanes y un vasco, ¡cena internacional!
El despertador suena temprano, nos vamos a recorrer el glaciar Tarija. Encontramos fácil la entrada y pateamos un rato para poner todo a punto dado que mañana vamos a tener que entrar de noche para intentar el Pequeño Alpamayo (5.370 mts.) que se encuentra detrás del Tarija el que obligadamente hay que subir. Desde el glaciar vemos a nuestra izquierda unas lindas cascadas y sin dudarlo nos metemos a despuntar el vicio un rato. Salen dos largos con algún resalte a 90º y a rapelar que se pone frío. A las 19:00 hs. ya estamos en el CB, cena y a la cucha. Despertador a las 3, tomamos unos mates, preparamos todo y a patear hasta la base del glaciar Tarija. Mientras nos ponemos los grampones y nos encordamos vemos una luz en el glaciar, algún madrugador solitario. Nos metemos en el glaciar, vivimos momentos mágicos, sólo se escuchan los grampones mordiendo el hielo, cada tanto tapado por algún estallido de éste glaciar tan vivo, alguna que otra estrella fugaz, nos miramos y seguimos adelante. Rodeamos unas grietas grandes y el regalo un amanecer en el cool , rampita tranquila y estamos en la cumbre del Tarija (5.200 mts.). El Pequeño Alpamayo parece estar al alcance de las manos Vemos al que madrugó, está por comenzar la directa. Realizamos un destrepe en roca podrida 3º grado de 50 mts. aprox. y nos metemos en nuestra ruta que sigue por un filo muy fotogénico de aproximadamente 50º. A las 10:00 hs vamos saliendo de a uno a la cumbre. El escalador solitario era Robert "el Vasco" quien nos recibe con un aullido cumbrero. Saludos, abrazos, fotos y a rapelar.
En los rapeles nos cruzamos con los chilenos que se les complicó el destrepe. 50 mts. de roca podrida y estamos nuevamente en la cumbre del Tarija donde encontramos al resto de los chilenos que se quedaron porque estaban un poco cansados. Todavía nos quedaba una larga caminata por el glaciar para llegar, a las 17:00 hs. a la seguridad de las carpas. Estábamos cansados pero felices, muy felices, estos cerros son mágicos. Hoy descanso, nos dedicamos a la gastronomía, papas fritas, ensalada y pescado, la ventaja de una corta aproximación.
Nos levantamos tarde y subimos el pico Austria (5.100 mts..) que está frente al Condoriri (5.648 mts.). Confirmamos lo que nos dijieron los tanos, por la poca cantidad de nieve la ruta del Condoriri está cortada, lo que la hace muy difícil y expuesta, no importa, una buena excusa para volver. Tempranito desarmamos el campamento, cambiamos la comida que nos había sobrado por unas truchas y de vuelta a la ciudad, a la que encontramos convulsionada por los cortes de ruta que hace esta pobre gente (los mineros) que arriesgan sus vidas por monedas. Próximo destino el Huayna Potosi (6.088 mts.). Se nos suma Robert, el vasco, por lo que compramos comida para cuatro. Hoy cenamos las truchas con papas y un lomo de llama que Guille tuvo que recorrer todo el Alto para conseguirlo. Amaneciendo nos pasa a buscar un taxi, es increíble como maneja ésta gente; el transito es una locura. A mitad de camino de vuelta el mal tiempo, nieva a full, llegamos temprano a Zongo, el clima está bastante frío así que rapidito para arriba. Llegamos al campo Morena (4.600 mts.) después de 2 interminables horas. Armamos las carpas con el pesto encima y nos dedicamos a matear todo el día, el tiempo seguía inestable. Unos japoneses aprenden a ponerse los grampones en el campo base peligrando la integridad de nuestras carpas. Cambio de planes, vamos a tirar la cumbre desde este campamento porque se están bajando todos del campo 1 (5.450 mts.) por las intensas nevadas. Despertador a las 3 am, mucha fiaca y terminamos saliendo a las 5, se nos adelantan 2 cordadas, estamos bien aclimatados y pasamos a una. Robert tiene frío y se quiere volver, lo convenzo de que siga "en media hora sale el sol gilipolla" le digo.
Pasamos algunas grietas bastantes grandes, nos aseguramos en la rimaya y cruzamos de a uno. La cumbre ya se puede ver, solo nos separa una rampa de 120 mts. de 50º aprox. Vemos bajar a un guía boliviano con los japonese que salieron a las 12 de la noche y nos tenemos que correr porque tiran hielo de todos los tamaños, el guía los baja en polea a todos juntos a mil, una locura. Nos apuramos porque están subiendo las nubes. Vamos llegando de a uno a la cumbre, fotos, abrazos, ofrendas a la pachamama y rajemos que se viene el pesto. Mientras rapelamos empieza a nevar, cruzamos la rimaya asegurandonos de a uno y muy cansados llegamos a las carpas a las 18:00 hs. Dormimos hasta tarde, desarmamos todo y escapamos del mal tiempo. El taxi nos hace esperar una eternidad, llegando a La Paz entrada la noche. Bar y cerveza, argentinos, vascos, catalanes, bolivianos, alemanes, chilenos y más cerveza. Con Seba partimos para Argentina, se terminaron nuestras vacaciones. Guille se va para el Ilimani con Robert, pero esa es otra historia.